sábado, 29 de marzo de 2008
Gastronomia o Ciencia? Que tal si las dos?
Sin duda el último grito en gastronomía, la búsqueda por la originalidad y la receta sublime.
Los principales chefs del mundo han recurrido a lo último en tecnología, convirtiendo la cocina en un laboratorio sofisticado. Es la gastronomía molecular
Hervé This, uno de los máximos responsables de esta nueva tendencia culinaria afirma que “se trataba de encontrar una disciplina específica que permitiera transformar el arte culinario en una actividad racionalizada que permita a las personas comunes beneficiarse y acercarse a los adelantos científicos”.
Los mentores de la gastronomía molecular son el físico Nicholas Kurti (1908-1998) y el francés Hervé This. En 1988 largaron con esta nueva disciplina científica, que no es otra cosa más que el estudio de las transformaciones de los procesos que ocurren en la cocina
Entender qué es lo que sucede “dentro” de los alimentos en las ollas, batidoras, hornos y heladeras, es una herramienta que les puede servir a los cocineros para mejorar las recetas, entender de dónde vienen las tradiciones culinarias y qué partes de lo que dicen las recetas son verdaderas y cuáles son falsas o mitos
La gastronomía molecular también sirve para preguntarnos por qué las cosas son como son. ¿Por qué el huevo se pone verde cuando lo cocinas mucho? ¿Por qué el arroz se pega? ¿Por qué el agua del mate no tiene que hervir? ¿Por qué no se puede abrir el horno cuando se hace un bizcochuelo? ¿Por qué la levadura puede “inflar” las masas?
Los alimentos están compuestos por millones de moléculas, olemos y comemos moléculas. Saber eso nos da la capacidad de hacer cambios o incorporar nuevos ingredientes
La gastronomía molecular es amplia: hay toda una parte que estudia la relación con el arte, la antropología y el análisis sensorial, es decir, qué le sucede a la gente cuando come algo; como experiencia, más allá de lo nutricional. Las sensaciones que se perciben en la boca tienen que ver con la textura, con el gusto, con la interacción entre los componentes, y hasta con la idiosincrasia, las costumbres de los lugares, o con el tipo de paladar de un país acostumbrado a cierta clase de comidas.
La visión participa en casi un 50 por ciento de la experiencia “gastronómica”. Esas expectativas disparan señales químicas que preparan al cuerpo.
Diseñar un menú es un campo totalmente abierto a la experimentación. Se puede cambiar el color de una comida para que la gente espere algo y perciba otra cosa.
Mezcla entre cocina y ciencia , explora las transformaciones y fenómenos culinarios y discurre en restaurantes-laboratorios donde chefs de renombre internacional como Heston Blumenthal (en el The Fat Duck) o el español Ferrán Adriá (El Bulli) se calzan las gafas y el guardapolvos para preparar nuevos y mejores platos con la ayuda del nitrógeno liquido, termómetros, hornos superprecisos y espectrómetros de resonancia magnética , termocirculadores , emulsificantes o enzimas crean los platos más exquisitos, las combinaciones más sorprendentes y sobre todo aseguran el éxito final.
Espumas: uno de los inventos del español Ferrán Adriá que más llamaron la atención. Con la ayuda de un sifón se puede lograr que alimentos como verduras, quesos o frutas obtengan una textura similar al de una mousse, pero sin el agregado de otros productos, lo que hace que los sabores y aromas se mantengan intactos y mucho más suaves. Imaginate una espuma de centolla, de papas o de peras.
Gelatinas calientes: estas gelatinas son extraídas de algas que se encuentran en su mayoría en mares del sur de África. Se caracterizan por soportar altas temperaturas de cocción, lo que permite que se mantengan calientes y en estado sólido, por ejemplo, para ser parte del relleno de una pasta, de una carne o ser un plato en si mismo.
Aires: los aires o humos son simplemente agregados que sirven para llevar al plato un determinado aroma. Se los ve sobre la comida en forma de burbujas encadenadas o a veces en globos que se alcanzan al comensal para que deje escapar sus aromas antes de probar un determinado plato. Los hay de rosas, de mar, de menta, etc.
Cocina al vacío: esta nueva forma de cocción es la menos usada por los restaurantes, no porque sea desechada, sino porque los artefactos para ponerla en práctica son excesivamente costosos. Básicamente, los alimentos son puestos en bolsas, cerrados al vacío y cocinados en agua durante un tiempo y a una temperatura determinada. De esta manera se mantienen en esa bolsita y en el alimento en sí, todos y cada uno de los sabores del producto.
Criococina o cocina con Nitrógeno liquido: es la más reciente de las innovaciones que aparecieron en los últimos años. A partir del uso del nitrógeno líquido se logran congelaciones prácticamente instantáneas, que evitan la formación de cristales de hielo, y permiten texturas realmente sorprendentes. Todavía en fase de experimentación, con él se logran preparaciones como el "dragón oil", que consiste en una bola de aceite virgen sometida al nitrógeno líquido, que al meterla en la boca y cerrar ésta, hace que por las narices del comensal salgan con fuerza dos chorros de humo blanco, que le dan el aspecto de dragón a que se refiere el nombre del plato.
Deconstrucción: un término aplicado a la utilización de muchas de estas técnicas para desarmar un plato en diferentes componentes. Básicamente se trata de tomar los ingredientes principales de un plato y tratarlos por separado cambiando totalmente sus cocciones y texturas. Imaginate una clásica tortilla de papas, pero servida en una copa de martini donde en el fondo hay una mermelada de cebollas, en el centro un huevo poché y arriba una espuma de papas. ¿La pedirías?
Cocción interna: Se trata de una parrilla de acero inoxidable dotada de asas sobre la que se distribuyen varias hileras de puntas de acero, un lecho donde carnes y pescados se cocinan uniformemente y con rapidez, mediante una cocción efectuada desde el centro del producto que evita la perdida de jugos y nutrientes. El procedimiento es sencillo: se calientan las puntas de la parrilla directamente sobre el fuego de gas, con la parrilla invertida descansando sobre sus asas, y una vez dada la vuelta, insertar en los clavos los productos, que se cocinarán en cuestión de segundos. Los alimentos absorben los aromas con los que se espolvorean la parrilla. La cocción se finaliza mediante el uso de un soplete.
Tomado de:GRUPO CORDOBA GASTRONOMIA MOLECULAR.
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